Las nuevas formas de militancia. La Transformación de los partidos (III)


trabajo-colaborativoAbordábamos en los dos artículos anteriores de la serie algunos aspectos fundamentales a afrontar en la tarea de transformar los partidos políticos para hacer esos “mejores partidos” capaces de rescatar la política y hacerla más democrática todavía como son la organización interna, la comunicación o la elección de candidatos y las formas de trabajo internas, y he querido dejar para el final uno de los aspectos más polémicos, dentro de los propios partidos, pero posiblemente el que más influencia va ha tener en la acción política de esas nuevas organizaciones.

Y estoy hablando de la militancia. Hasta hoy, la militancia de un partido político se basa en el compromiso personal del militante con la organización y en la aceptación de sus reglas. La progresiva burocratización de las estructuras de los partidos, la organización del trabajo político de forma vertical, la profesionalización del poder dentro del propio partido han conseguido una militancia dual; por un lado están los hooligans de la dirección, conveniente camuflada en los intereses “partido”, sin que nadie sepa muy bien en que consisten estos o quién encarna tal cosa, y la militancia crítica, que es la que suele plantear las alternativas a las líneas oficiales, quien tiene que hacer verdaderos esfuerzos de lealtad a la sigla y su ideología para, en un ejercicio digno de menor esfuerzo, no ir todos los días a dejar el carnet en el mostrador de recepción, si es que alguien le ha informado de donde estuviera tal cosa.

Y todo esto basado en una palabra clave; “confianza” como si tal cosa fuera posible entre quien decide y quien asume sin conocimiento ni información, y como si en política la “fe” fuera un valor fundamental. En política la confianza no puede ser en cheque en blanco y tiene que estar basada en la información y el conocimiento.

Y escribo todo lo anterior sin mayor ánimo de crítica, creo que se trata de una descripción bastante ajustada a lo que sucede en realidad en los entresijos de las organizaciones políticas, pero si para que queden claras cuales son las razones de la creciente desafección a los partidos y porque los tradicionales partidos de masas se han convertido en partidos de cuadros. En una sociedad que cuenta con la generación mejor preparada en la historia y con unas capacites de comunicación e interacción de las que nunca ha dispuesto ninguna otra sociedad humana, pretender atraer a las personas a unas organizaciones que funcionan con criterios del S. XIX no solo es utópico sino que además la utopía no tiene posibilidad alguna de convertirse en realidad.

Es evidente que la solución a los problemas de ese primer nivel militante, el comprometido con la organización, pasa por la horizontalización de las estructuras del partido, la apertura de espacios de debate y la separación entre el poder político interno y la profesionalización política. Son los militantes los que deciden, no los liberados.

Pero esto no es más que la punta del iceberg del problema de la militancia en esos “mejores partidos” porque lo que de verdad nos debe preocupar es como incorporar a la sociedad civil a la dinámica del trabajo político, más allá de su participación puntual en los procesos electorales que no por ello deja de ser fundamental.

Y yo creo que la solución está en la propia dinámica de trabajo que ha creado la sociedad intercomunicada y desintermediada que es la sociedad de la información; el trabajo colaborativo y en red. Las nuevas organizaciones políticas no solo deben de crear esos espacios de debate, esas asambleas permanentes de las que hablábamos en el anterior artículo, para la militancia tradicional sino que deben dar cabida a cualquier persona interesada en el tema tanto de manera territorial como de manera sectorial.

Esas plataformas de debate de las que hablábamos deben ser plataformas abiertas y articularse en dos ejes de actividad; la territorial y la sectorial en función de los intereses de los ciudadanos que las componen. Tradicionalmente las organizaciones políticas basan su estructura en criterios territoriales pero… ¿Tiene sentido en la sociedad actual el criterio geográfico? ¿Por qué no crear también redes de debate y trabajo colaborativo en función de los temas que realmente interesan a un grupo de ciudadanos y donde presumiblemente son expertos? E l siguiente punto será como integrar esas redes en las estructuras de partido y definir el recorrido de sus propuestas su cuota de decisión dentro del partido y como representarlas en la organización interna.

El caso Geroa Bai / Zabaltzen

Pero no me gustaría acabar este artículo  sin hacer mención a una organización a la que pertenezco, no mención ideológica ni política que eso sería tema de otro artículo sino organizativa, y que por las circunstancias de la oportunidad política y de la urgencia ha devenido en un buen ejemplo de lo que se plantea en este artículo.

Zabaltzen, para quienes no conozcan que es tal cosa, es una organización política que se presenta a las elecciones apoyando una coalición; Geroa Bai, donde hay un partido político y una serie de independientes que están directamente adscritos a ella, pero Zabaltzen no es un partido político es más que otra cosa un foro de opinión, debate y formación, que ha desarrollado herramientas telemáticas de debate y asamblea permanente (Eztabaidatzen) donde se agrupan los temas por los dos criterios que proponemos; sector y territorio, siendo su otra actividad la formación política de sus componentes (Ikas Zabaltzen) con conferencias, coloquios y una variedad importante de actividad política.

Cierto es que el encaje político y representativo de Zabaltzen en Geroa Bai, por necesidades del guión, se ha hecho a la forma tradicional y su participación en los órganos de la coalición es de cuota de poder y que ha tenido que desarrollar una estructura política que de respuesta a eso, pero a mi esa es la parte que menos me interesa de Zabaltzen, si en mi mano estuviera renunciaría a esa representatividad, que quede en manos de los adscritos directamente a la coalición entre los que, por supuesto, deberían estar los propios miembros de Zabaltzen y que sean estos los que transmitan dentro de Geroa Bai las ideas que salgan de la Asamblea Permanente de Zabaltzen. Pero lo que si me interesa es la forma abierta de que se ha dotado Zabaltzen para hacer política y como puede encajar un tipo de militancia abierta con un partido o una coalición política al uso.

Que este tipo de organizaciones van a tener un protagonismo político fundamental en la nueva política es indudable, más que nada por su facilidad para atraer e interesar en la política a unos ciudadanos mucho mas afines culturalmente a este tipo de desarrollo que a una organización rígida y tradicional y por su propia capacidad de ampliar el espectro político desde la confluencia entre diferentes. La pregunta es ¿Desarrollaran los propios partidos plataformas de este tipo? O ¿Serán los propios ciudadanos los que las creen para luego ejercer de lobby político sobre la fuerza electoral más afín?

En todo caso, si no son las organizaciones políticas las que los desarrollan, los partidos acabarán siendo maquinarias electorales al servicio de las organizaciones que realicen el debate de las ideas.

Ander Muruzabal

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Una respuesta a Las nuevas formas de militancia. La Transformación de los partidos (III)

  1. Markel dijo:

    La Crisis de las instituciones del Estado-Nación moderno.

    por Markel Haraneder Mendia.

    Vemos en los medios la absoluta falta de desconfianza de los ciudadanos ante las instituciones clásicas de Estado: desde la Jefatura del Estado, a los Partidos y los propios límites de la Teoría de Estado Clásica y su Soberanía Nacional.

    La Jefatura del Estado.

    La recientes críticas ante la Jefatura de Estado en su forma Monárquica sin bien justificadas no van a la raiz del problema. La Jefatura de Estado se trata de un símbolo de la Soberanía Nacional Española, algo tan decoroso como pueda ser la Bandera Rojigualda, tan llena de significado pero carente de contenido y obsoleta.

    La versión republicana de esta soberanía nacional adolece de muchos de los errores de su versión monárquica: simbolismo para imponer la soberanía nacional española negadora de los diferentes Pueblos y Comunidades de España. La verdadera pregunta es , ¿ es necesario en el Siglo XXI una Jefatura de Estado y qué papel debe cumplir? ¿Podemos a estas alturas permitir algo tan obsoleto como lo es caricaturizar la dogmática “Soberanía Nacional” en la figura del “Jefe de Estado”. Desde la óptica vasca y democrática , lo más lógico es pensar que el republicanismo español debe buscar una verdadera alternativa y no convertirse en el esperpento en versión tricolor de lo que es actualmente la Jefatura del Estado Monárquica. Por ejemplo, países como Suiza han optado por una fórmula de Jefatura de Estado rotativa entre los diferentes ministros de su Gobierno. La inutilidad del cargo (ausente en el caso suizo de todo significado político) es más que evidente, por lo que optan por rotar sus limitadas funciones entre los diferentes ministros, siendo nominal y temporalmente éstos designados como “Jefe de Estado”. Incluso desde la óptica monárquica algunos países actúan con inteligencia, y ahí tenemos el caso de la Monarquía Windsor y la Commonwealth. La Reina de Inglaterra es Jefa de Estado nominal de Estados absolutamente soberanos como Canada o Australia. Una verdadera confederación. Deberían tomar ejemplo los Borbones. Se requiere imaginación, creatividad e innovación.

    Los Partidos

    La distancia entre los partidos y los ciudadanos cada vez es mayor. Se requiere una reflexión interna en el seno de los partidos , así como una externa de cara a su papel como representantes de los ciudadanos en los diferentes Parlamentos.

    Desde el punto de vista de lo que hasta ahora han sido los Partidos Políticos “internamente”, en los tiempos que vivimos la alternativa es clara: el Partido como institución distribuida o en red. Existe un “demos” del partido conformado por los militantes que han decidido serlo y han adquirido un compromiso. Pero fuera de él, existe todo un “universo” que se debe tener en cuenta (“Espacio Activo Abierto”). Un espacio en red que debe interpretarse en clave de PLURARQUÍA, tal y como la define el sociólogo y tecnólogo David de Ugarte:

    “En un sistema pluriárquico la toma de decisiones no es binaria. No es sí o no. Es en mayor o menor medida. Alguien propone y se suma quien quiere. La dimensión de la acción dependerá de las simpatías y grado de acuerdo que suscite la propuesta. Aunque la mayoría no sólo no simpatizara sino que se manifestara en contra, no podría evitar su realización.”

    El espacio activo abierto es el de los simpatizantes, un espacio de plurarquía por naturaleza y que implica el mayor o menor grado de compromiso no en término de “sí” y “no” si no de “mayor” o “menor”. En general los Partidos han tendido a olvidar este “Espacio Activo Abierto” durante mucho tiempo. Se debe volver a la esencia de lo que fueron los Batzokis ( Batzar Tokia) vistos desde la realidad en red del Siglo XXI, verdaderos “nodos” que se interconectan entre ellos. El Batzoki dentro de unos principios inherentes al Partido definido esta vez como Comunidad debe ofertar unos servicios atractivos para ese Espacio Abierto. El batzoki es la Comunidad Real de aquellos que compartimos unos principios en mayor o menor medida, y sobre todo que nos conocemos fruto de la interacción constante. El batzoki no es un espacio para la diversión, o no sólo eso, es el lugar donde se trabaja divirtiéndose.

    Respecto a la vida “externa” del Partido, ésta se engloba principalmente en los Parlamento. La reflexión es realmente compleja en este sentido y esencialmente en los que respecta a una Democracia Representativa que en tres siglos de existencia a penas se ha reinventado o innovado que se analizará en el siguiente punto.

    LAS ESTRUCTURA DEL ESTADO

    La Teoría Clásica de Estado define el Parlamento como lugar donde reside la Soberanía Nacional, y a pesar del hecho de los Parlamentos Autonómicos este casi dogma de fe sigue inalterado. Cabe preguntarse en este momento que si fuera de ese “Universalismo” existen otras interpretaciones.

    No cabe interpretación más obsoleta y decimonónica de lo que son los Parlamentos, donde la Soberanía Absoluta del Monarca es sustituida por una a abstracta Soberanía Nacional del “Pueblo” como si este “Pueblo” fuera un sujeto de carne y hueso con voluntad y raciocinio propio.

    Frente a la Soberanía Nacional, UNA, GRANDE Y LIBRE , cabe una interpretación en clave de Soberanías Confluyentes, de mayorías concurrentes frente a la soberanía de la mayoría numérica. Para ello es necesaria una reflexión seria sobre si el aparato jurídico de los diferentes Parlamentos debe replantearse derechos que quizás con poca reflexión se dejaron de lado : el mandato imperativo, el derecho de nulificación (Pase Foral), el derecho de revocación por parte de los representados.

    Los propios Parlamentos deben propiciar mecanismos de participación más interactivos y abiertos. Es compatible la actual representación de los Partidos, con una Democracia Directa Delegada gracias a las Nuevas Tecnologías, una “Democracia P2P”, una democracia en Red. Cabe la siguiente reflexión, ¿podría delegar mi voto en vez de en un partido político en una persona concreta sin adscripción política? Por ejemplo, para una cuestión legislativa que incluya aspecto sobre bioética y medicina legal, podría elegir a Paco Etxeberria (el reputado médico forense, por poner un ejemplo) , como mi representante antes las Cortes?. Paco Etxeberria podría entonces ejercer su derecho como “diputado directo delegado” o a su vez delegar en otra persona de su confianza o incluso en un grupo parlamentario concreto. Se trata efectivamente de eso, de los esquemas P2P( “peer to peer” ), de confianza entre pares, de confianza de uno en uno. El P2P lo mismo que ha servido para dar los primeros pasos en Economía Distribuida ( el valor que damos a una moneda en base a la confianza y valor que damos entre dos pares, personas conocidas), podría servir de base para dar una vuelta de tuerca en la elaboración de políticas públicas.

    La mayor crisis representativa que han visto los Parlamentos ha sido la ocurrida respecto a la aprobación del Nuevo Estatuto de Euskadi del Lehendakari Ibarretxe. Aquello fué una ‘gravísimo fallo de sistema’, de esquizofrenia representativa entre un Parlamento Español que dice representar a los vascos, y un Parlamento Vasco que también dice representar a los vascos!! En vez de coger el toro por los cuernos, en aquella ocasión portón cerrado, y problema resuelto.

    La grandeza del Nuevo Estado de Euskadi del Lehendakari Ibarretxe residía en lo innovador del mismo respecto a la Teoría de Estado Clásica. Supera el obsoleto concepto de Estado-Nación para poner sobre la mesa innovadoras fórmulas confederativas de convivencia entre comunidades. Fuera de la estrecha mente de los que únicamente ven el “Estado-Nación” como única posibilidad de desarrollo de una comunidad existen múltiples posibilidades. Se ha visto con Catalunya, y su irreversible camino hacia la Soberanía, y lejos de las amenazas del “Os quedais fuera de Europa”, la realidad es que si Europa quiere, Europa pueda: creó el Espacio Común Schengen para estados como Suiza (de verdad está Suiza fuera de la UE?), crea pactos ad-hoc entre realidades políticas como la propia Gibraltar, o los bailiazgos del Reino Unido. Están ahí las realidades de las euroregiones que podrían ser auténticas confederaciones de comunidades soberanas. Incluso existen sujetos de derecho internacional desterritorializados como la Santa Sede (no confundir con el Estado Vaticano), la Orden de Malta o la mismísimo Patriarcado de Constantinopla..!!! ¿Acaso debe ser menos aquella EUZKADI concebida por Sabino Arana como Confederación de Cantones Vascos?. Como conclusión : fuera del Estado-Nación, hay vida, pero hay que saber buscarla,

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